De acuerdo el medio Charente Libre, quien expuso el caso, tras haber sido abandonado por su madre, quien se fue a vivir con su pareja, el menor se quedó solo en la vivienda, ubicada en Nersac, un poblado de Poitou-Charentes, Francia, entre los años 2020 y 2022, alimentándose de latas de conserva frías, pasteles y robando tomates y otras verduras a los vecinos.
Pese a las bajas temperaturas de la temporada, el menor no contaba con calefacción ni electricidad, se bañaba con agua fría y dormía con tres edredones para calentarse.
Ni el padre del niño, ni los familiares de la madre denunciaron el caso a la Policía, la alcaldía, los servicios sociales o la escuela.
Se informó que los vecinos estaban al tanto de la situación y, en ocasiones le regalaban comida o insumos, pero fue hasta que pasaron dos años de su abandono, que uno de los vecinos decidió denunciar los hechos de manera anónima.
Gracias a la denuncia emitida, las autoridades francesas comenzaron una investigación de los hechos y descubrieron que la mujer vivía con su pareja en Sireuil, a cinco kilómetros de donde vivía el menor. De acuerdo con los datos recabados, la mujer visitaba una vez al mes al menor para llevarle comida.
A pesar de que la mujer negó los hechos, los vecinos confirmaron que el niño vivía solo en el apartamento. Además, los oficiales encontraron el refrigerador vacío y otros indicios de que el chico vivía en condiciones de precariedad, pues no contaba con algunos de los servicios necesarios.
Por su parte, los servicios sociales y la escuela no detectaron la situación de abandono del menor ya que nunca dejó de asistir a clases, vestía correctamente y cumplía sus tareas.
La progenitora fue condenada por el Tribunal de Primera Instancia de la ciudad francesa de Angulema a 18 meses de cárcel con remisión de pena y a seis de vigilancia electrónica, y el pequeño fue colocado en una familia de acogida, pues éste dijo que no quiere volver a tener contacto con su madre.