El informe menciona que el menor de edad se enojó porque sus padres de familia -Isac Tavares Santos y Solange Aparecida Gomes- le retiraron el teléfono celular. Además había tenido constantes problemas con ellos, de hecho eran sus padres adoptivos.
La noche antes de la atrocidad, sus padres lo llamaron “vagabundo” y le quitaron el celular, según el asesino confesó a la policía.
“Al no poder usar el celular para hacer una presentación escolar, planeó la muerte de sus padres”, expresa el informe policial.
Cometió el asesinato el viernes y estuvo con los cuerpos hasta el domingo 19 de mayo, cuando el propio responsable decidió hablar a la Policía Militar.
El arma la consiguió de su propio padre, quien era elemento de la Guardia Civil de Jundiaí.
El perpetrador sabía donde la escondía su papá y probó una vez el arma con un disparo contra el colchón de su cama antes de llevar a cabo el multihomicidio.
El crimen lo realizó cuando llegaron a casa su papá y su hermana, también de 16 años.
En la cocina asesinó al padre por la espalda. Como la hermana escuchó el disparo, ella corrió hasta el lugar y ahí el agresor le quitó la vida con un tiro a la cara.
Según indica la policía oficialmente, el responsable dijo que “tuvo que matar” a su hermana porque ahí se encontraba.
Luego del doble homicidio, comió y se fue al gimnasio. Regresó para esperar a su padre y la mató cuando ella vio los cuerpos tirados.
El día después de la masacre fue a clavarle un cuchillo al cuerpo de la mujer, pues decía sentir todavía ira.
El adolescente fue detenido y lo llevaron al centro de atención socioeducativa para adolescentes Fundação Casa.
Le imputan delitos de homicidio, femicidio, posesión ilegal de arma de fuego y profanación de cadáver.